La aparente simplicidad con la que se puede expresar una idea en redes sociales o en espacios creados para informar, contar o comunicar se ha vuelto un tema diario, y sí, en cierta forma tanto el acceso a internet como la pandemia nos ha convertido en seres con mucho más consumo de información en plataformas digitales, la pregunta es; ¿Qué y a quién consumimos dicha información?
He visto durante las últimas semanas una serie de opiniones y de espacios que exponen información sobre el mundo gastronómico y me alegra que más gente hoy quiera hablar sobre algo tan básico como nuestra alimentación, lugares, experiencias, etc. Siempre he sido crítico de la forma y no del fondo, cómo y qué es lo que estamos transmitiendo a quienes se toman unos minutos de sus días para leernos es el punto importante. Nuestra libertad de expresión no debe ser confundida con una especie de poder mediático basado en el desconocimiento, la falta de investigación y la falta de respeto hacia cualquier profesión y consumidor con el disfraz de “críticas necesarias para el avance o solo opiniones”.
Quienes expusimos el trabajo de otros profesionales debemos entender la responsabilidad que tenemos ante la sociedad en general; cocineros y cocineras de quienes compartimos información, el lector que nos considera una opinión con credibilidad sobre la información que brindamos, las familias detrás de los negocios, del mar, el bosque y el campo de donde obtenemos los productos, vedas, leyes, estatutos, en fin, todo lo necesario para no dejar de lado las ideas al momento de sentarnos a escribir sobre un lugar, una persona o el show mediático de la semana.
Esto va más allá de la crítica al programa de televisión que ve mucha más gente de la que nos lee, va más allá del desconocimiento de la gente sobre lo que consume, va más allá incluso de nuestras propias ideas porque hay tantas historias allá fuera que vive la gente y no conocemos, va más allá de si nos gusta o no una propuesta gastronómica porque el momento en el que decidimos volver pública la opinión de quienes nos dedicamos a esto tuvimos que tratar de entrar en un camino de reaprendizaje diario, de buscar la objetividad sin que esta exista y dejar nuestros gustos propios para los domingos en el almuerzo familiar. Esto va más allá de hablar solo del mejor hornado o las mejores hamburguesas.
Esto va sobre el aporte que podemos darle a nuestra educación a la par de aportar lo mismo a quienes gustan de nuestro trabajo aportando así a nuestra potencial cultura gastronómica. Las sociedades en general han vivido del avance, que no se nos olvide que detrás de todo avance hay un proceso y nosotros vivimos el nuestro, a nuestro modo y ritmo, esto para dejar las comparaciones con países hermanos y vecinos.
Nada en este campo es perfecto, hay muchas cosas en las que debemos mejorar como profesionales, como negocios, como prestadores de experiencias y servicios, sobre la forma en la que nos comunicamos y compartimos ideas, pero, ¿Y si en lugar de solo opinar, apoyamos?
Que las voces de quienes tenemos espacios de información se acerquen más a la historia de cómo formar un negocio o empresa y no solo al plato y producto para la foto, que nos informemos más antes de informar al público, que entendamos que podemos usar para bien el poder que literalmente tenemos en las manos, que lo que expongamos sea un aporte y no termine siendo solamente un show que debe continuar.
Excelentes reflexiones, pues si, atrás de un plato y un lugar, bonitos para «la foto», existe una historia de perseverancia, que debería ser contada.
Me gustaMe gusta
Es lo que hacemos en este espacio.
Me gustaMe gusta